El desespero de Henrique Capriles pretente entorpecer el diálogo entre Gobierno y la MUD

Henrique Capriles Radonski se levanta de la cama cada día con una nueva idea sobre como dinamitar el diálogo.

Algunos observadores del acontecer político creen que lo hace porque ese es el papel que le asignaron en el retorcido reparto de la película de la derecha. Otros, entre los que me incluyo, lo vemos como la típica actitud de alguien que no quiso asistir a una fiesta (o no lo invitaron) y, en lugar de ponerse a hacer algo útil o de irse a un lugar distante, se queda merodeando en las afueras de la casa, tratando de inventar una manera de sabotear la celebración.

Todos hemos conocido historias como esa. Incluso, algunos tal vez han desempeñado alguna vez ese triste  papel del burro amarrado en la puerta del baile. Muchos episodios así concluyen cada fin de semana en tragedia. Celos, resentimientos, malquerencias, forman un coctel que ofusca mentes y causa toda clase de desafueros.

Uno puede entender que Capriles esté frustrado, luego de mirar en perspectiva los resultados de este año. El gobernador de Miranda había sido, de nuevo, “el líder de la oposición” durante buena parte del 2016, sacando alguna ventaja en una dura pelea con el zafio veterano Ramos Allup y con el privado de libertad López y su bella esposa, la peregrina de cinco estrellas. El issue del referendo lo había repotenciado y por eso había comenzado a contar pollos a partir del número de posturas que tenía en el gallinero. De pronto, todo se derrumbó, y lo que prometía ser un fin de año de megamarchas, supertomas, recontraparos y superdesobediencias civiles, con él como protagonista, ha derivado en un escenario inusitado, con la Mesa sentada en la misma ídem con el rrrrégimen. ¡Mire usted si este país es raro!

Capriles, según se entiende, se encontró de pronto como el participante que se queda sin lugar donde poner las nalgas en el juego de la silla, ese que hacen en los seminarios sobre clima organizacional y cosas por el estilo. Cuando se planteó ir al diálogo con el gobierno, gracias a los buenos oficios de los ex presidentes y del Vaticano, el bicandidato  presidencial (aspirante a tri), quedó fuera de la movida. Pudo haber sido, incluso, el vocero principal de la MUD, de haber tenido un poco de flexibilidad y visión. Pero optó por dárselas de duro y mantenerse fuera. Desde entonces en adelante lo que ha tratado de hacer es volar los puentes, romper los nacientes embriones de acuerdos. En fin, un papel bastante deplorable.

Los primeros intentos de Capriles se dirigieron a negar que se hubiese acordado el diálogo. Se atrevió a desmentir al enviado del Papa, lo cual le quedó bastante herético, por cierto. Luego se dedicó a hacer pronósticos sombríos sobre los eventuales resultados del diálogo. Volvamos al simil de la fiesta: el tipo que se quedó afuera, se dedica a vaticinar que no va a durar mucho, que va a resulta un bonche aburrido, entre otras razones porque él no estará presente.

Como los malos augurios no han cristalizado, al bicandidato presidencial no se le ocurrió mejor cosa que hablar de una supuesta interrupción del diálogo, que sería culpa del gobierno. En esta nueva versión del saboteo, Capriles, contradiciéndose de manera flagrante, finge estar a favor de las conversaciones e intenta atribuirle la actitud antidiálogo al gobierno. Por supuesto que nadie le ha creído.

FUENTE / La Iguana



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